Y mi mamá se va y dice que si no barro las estrellas para
dejar el universo limpio no me va dejar salir con los niños
a patear el sol y tampoco me dejará jugar en la noche a
darme besos con una muchacha que me pone rojo
cuando me pregunta el nombre, pero en cambio yo no le
sé preguntar nada porque me olvidé de cómo construir la
vida y el amor.
A veces mi mamá ya no me extraña y cree que yo
me olvidé de los sueños y mi papá se pone melancólico
porque ya no voy en la moto con él, pero lo que no sabe
es que yo siempre he querido decirle que no se preocupe,
que estoy bien y que vamos suavecito para el abismo
cantando villancicos felices.
Yo antes cuando escuchaba Rolling Stones me
pasaba tocando la guitarra acústica hasta que me decían
que le parara a la vuelta y yo siempre les sacaba la
lengua, pero en cambio ahora tampoco hago mucho,
porque sé que mis días abandonaron para siempre la
métrica de estos poemas, así como la paz logró otra
vuelta en mi memoria pura de pensamientos tristes.
Yo no sé hasta dónde seguir con este texto pero si
mis palabras pueden recitar un mundo mejor entonces
vamos hasta las tres, y que la tendera nos saque de este
bar pero se quede extrañándonos, no por la plata, si no
por sonreír siempre.

Luego es que voy a ponerme a pensar que en este
país se puede un poquito porque esta mañana que me
levanté me vendieron un plátano barato y yo como soy
buena gente le dije que no se preocupara, que se quedara
con la devuelta y mi mamá no se enojó, porque hoy en
día todos alegan pero yo no fumo marihuana y estoy
contento.